El flamenco es un tesoro musical arraigado en la cultura andaluza. Aunque se le suelen asociar algunos símbolos (la “flamenca”, la sevillana, el olé y un taconeo), es mucho más que un género musical: es una mezcla de sentimientos, una expresión de lo más profundo que une cante, baile y música forjando un arte con una identidad única.
Pero, si hay algo por lo que es realmente conocido el flamenco, son los palos flamencos. Algunos han adquirido mucha popularidad, como las sevillanas o la bulería, e incluso la soleá y los tangos. Sin embargo, hay otros estilos menos sonados, bien por desuso o porque con el tiempo han derivado en otros, como la caña, los caracoles, las chuflas o el mirabrás, que cuentan también con su propia esencia y encanto.
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Dicen que su procedencia está ligada a lo que se denomina como “bailes de palillos”, también conocidos como castañuelas. Este tipo de danza se ejecutaba en la provincia de Cádiz, derivando en lo que hoy llamamos cantiñas. Concretamente, los caracoles provienen de una cantiña denominada “La caracolera”, vinculada al Madrid del siglo XIX. Tío José El Granaíno, José de Sanlúcar, Antonio Chacón, el Niño de Almadén, Estrellita Castro y hasta Rocío Dúrcal, han sido algunos de los artistas que han dado a conocer este palo flamenco. Su ritmo es rápido y enérgico y es frecuente que el baile se ejecute con bata de cola, mantón y abanico.
Reciben este nombre a partir del estribillo con el que se remataba el cante. A continuación, una adaptación de la letra de «La caracolera»:
Caracoles. Versión del “Niño de Almadén”
«Cómo reluce cómo reluce
la gran calle de Alcalá
cuando suben y bajan
los andaluces
Vámonos, vámonos
al café de La Unión
donde para Curro Cúchares
el Tato y Juan Léon
Tú eres bonita
el conocimiento
la pasión no quita
Te quiero yo
como a la madre
que me parió
Porque vendes castañas asadas
aguantando la nieve y el frío
con tus zapatos y tus medias caladas
eres la reina para tu marido
Regordonas que se acaban
hermosas como recién casadas
y tú las vendes por un querer
caracoles, caracoles
mocita ¿qué ha dicho usted?
que son tus ojos dos soles
y vamos viviendo y olé.»
La caña está considerada como uno de los palos flamencos primigenios, proveniente del cante (como ocurre con el flamenco en general, que todo procede de los cantes).
Oriunda de la provincia de Huelva, es conocida por su ritmo complejo, aunque muy elegante. La caña es un cante duro, regio, difícil de ejecutar, sobre todo por el recorrido que hace por todos los registros de la voz.
Su origen es difuso, aunque existen algunas referencias en documentos antiguos. Estébanez Calderón, en “Escenas Andaluzas” la denominó “tronco primitivo de los cantes andaluces”; y el profesor García Matos aseguró que provenía de una antiquísima canción andaluza.
Sin embargo, otros autores relacionan la caña con la soleá o la toná, por su similitud en cuanto a cante recio y profundo. El Fillo fue el primer cantaor de cañas conocido del que se tiene constancia.
Las chuflas son una modalidad de cante, baile y toque desenfadado, con cierto carácter burlón, que proviene de la provincia gaditana, más concretamente, de Jerez de la Frontera y de la propia ciudad de Cádiz. Se consideran el antecedente de las bulerías, por su carácter festero reflejado en las letras y el estilo de ejecución.
Mariana Cornejo fue una gran intérprete de chuflas, así como el cómico flamenco Paco Senra.
El mirabrás es un palo flamenco que pertenece al grupo de las cantiñas. Algunos autores lo consideran uno de los cantes con baile más importantes dentro de la historia del flamenco, ya que otros han derivado de sus ritmos y formas.
El son del mirabrás es alegre, muy expresivo, airoso y vibrante. Cantaores como Rafael Romero “El Gallina”, “Gitano de Andújar” y “La Niña de la Puebla”, han ejecutado este palo flamenco.
Los palos flamencos están en continua evolución y muchos han derivado de la interpretación que cada artista ha ido haciendo de ellos. Una buena forma de acercarse al flamenco y poder llegar a su esencia, es ver un recorrido por diferentes palos flamencos.
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