La bata de cola flamenca

La bata de cola flamenca otorga un plus de elegancia al baile flamenco. Un complemento que lucen las bailaoras y cuyo movimiento requiere de técnica y mucha práctica. Fue a finales del siglo XIX cuando aparece en el baile profesional como parte de la indumentaria que las artistas utilizaban en los espectáculos flamencos. Desde entonces, es un elemento habitual en los tablaos.

Sin duda, la bata de cola flamenca embellece la interpretación de estilos como la caña, alegrías, soleá o seguiriya, palos en los que suelen utilizarse más, pero no son los únicos. Cuando una bailaora domina su movimiento, la estampa para el espectador es una auténtica maravilla.

Aunque hoy en día, nadie cuestione el uso de esta indumentaria en el flamenco, el origen de la bata de cola está bastante alejado de la esencia flamenca. Comenzó como una moda entre las damas elegantes de la alta sociedad, pero poco o nada tenía que ver con la indumentaria que habitualmente se utilizaba en el baile flamenco.

El origen de la bata de cola

No existe un consenso sobre el origen de la bata de cola flamenca y cuando se comenzó a usar. Lo que sí está claro es que este adorno se hizo muy popular en los vestidos de la alta sociedad en la segunda mitad del siglo XVIII. Estéticamente era muy parecida a la que conocemos en la actualidad: cuerpo con escote redondo, mangas de tres cuartos y la cola arrastraba por la parte trasera del vestido.

En el último tercio del siglo XIX, se acorta el largo de la bata en comparación con las que hay ahora. Fue en Granada, el lugar en el que apareció la primera bata de cola tal y como la conocemos actualmente.

Según algunos investigadores, y artistas como Matilde Coral, las bailaoras fueron incorporando estas colas en sus vestidos para darle más espectacularidad al baile, coincidiendo con la proliferación de los cafés cantantes.

Es en el primer cuarto del siglo XX, cuando se pone de moda el uso de la bata de cola en los espectáculos flamencos, sobre todo gracias a artistas como Pastora Imperio y Antonia Mercé, quienes incorporaron esta indumentaria como algo habitual en sus bailes.

bata de cola flamenca

Características de la bata de cola flamenca

Dadas las características que tiene esta prenda, las bailaoras necesitan desarrollar una buena técnica para moverla con maestría durante la interpretación del baile.

El largo común de una bata de cola es de un metro y medio desde la cintura, aunque algunas bailaoras son capaces de llevarlas más largas. Es el caso de artistas como Carmen Amaya, quien era capaz de mover tres metros de cola con una destreza inusitada.

Esta indumentaria puede llegar a pesar hasta 10 kilos por lo que, unido a la longitud, requiere que la bailaora tenga buen equilibrio y mucha destreza para moverla con soltura.

Cuando se mueve la bata, una pierna está en el aire y los giros suelen ser rápidos y dinámicos. Esto exige que la bailaora trabaje bien el equilibrio del cuerpo, pero también que tenga una buena preparación física y domine ciertas técnicas de danza española.

Bailaoras de referencia en la bata de cola flamenca

Es por ello, que no todas las bailaoras son capaces de dominar el movimiento de la bata de cola y suele ser un privilegio exclusivo de algunas artistas. Algunas de las que han sabido lucir con soltura y popularizar su uso han sido bailaoras como Juana Vargas ‘La Macarrona’, quien destacó en el baile por las alegrías con bata de cola; o Rosario Monje ‘La Mejorana’, a quien se reconoce como la primera artista que popularizó el baile flamenco con bata de cola.

Dada la complejidad técnica que tiene, pocas artistas se atreven a lucir con soltura una bata de cola en un tablao flamenco. Una de ellas es Soleá de José, una de las bailaoras que forman parte del elenco de artistas de El Palacio Andaluz y que domina, como pocas, el manejo de los volantes mientras baila por alegrías, tal y como podemos ver en el siguiente video.

Si quieres disfrutar de un show flamenco único, ¡reserva tu entrada online!

© 2024 El Palacio Andaluz. Todos los derechos reservados.