Bamberas, sevillanas y campanilleros: palos del flamenco en Sevilla

El flamenco es un arte que te llega al alma, que habla de emociones y que enamora a todo aquel que lo escucha y lo ve. En España, el flamenco impregna no solo los tablaos, también es parte de nuestra cultura y de nuestra forma de ser, de ahí que fuese declarado en 2010 Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por la UNESCO.

Sin embargo, y aunque hemos dicho que es un arte que representa una parte de la cultura de nuestro país, existen diferencias dependiendo de la región, ligado a la historia de cada lugar y de su idiosincrasia.

A continuación, nos vamos a centrar en los palos con más duende y tradición del flamenco en Sevilla, una de las ciudades que más lleva el flamenco por bandera. ¡Empezamos!

Flamenco en Sevilla: arte, duende y tradición desde hace siglos

Cada palo flamenco tiene su peculiaridad, además de que en uno mismo podemos encontrar subvertientes. Todo esto influye en los tres elementos que conforman este arte: el baile, el cante y el toque.

>> Bamberas: su procedencia es folclórica, es decir, que proviene de cantos populares y tradicionales de Andalucía. Por un lado, su origen viene de la copla, de una versión aflamencada de esta que realizaba la conocida “La Niña de los Peines”; por otro, también son una mezcla de los conocidos como “cantos de columpios”, cuyo nombre viene de los pronunciados vaivenes melódicos a la hora de cantarse.

Normalmente, la bambera tiene cuatro versos de ocho sílabas en la que se repiten los dos primeros versos al final de la copla.

>> Cabales: los cabales son una variante de la seguiriya, aunque están considerados como un palo flamenco originario, de los matrices. Tienen un estilo serio y formal, como las seguiriyas. De hecho, popularmente se le conocen como “seguiriya cambiá”, ya que hace referencia a un cambio de tonalidad. Aunque hay diversas opiniones sobre su atribución, las más conocidas las atribuyen a la cantaora María Borrico, aunque otra corriente hace referencia al cantaor “El Fillo”, que interpretaba un tipo de seguiriya que combinaba una corta con otra larga.

Sea como fuere, los cabales han sido considerados parte de los palos flamencos de transición de un flamenco viejo a uno más nuevo, y para diferenciarlos de las clásicas seguiriyas, hay que prestar atención a los versos, ya que cuentan con cuatro de cinco, siete, nueve y cinco sílabas, respectivamente.

>> Campanilleros: es un cante que, al igual que las bamberas, procedente de folclore andaluz, más concretamente de algunos pueblos, en los que se celebra el “Rosario de la Aurora”, acompañado de campanillas, guitarras e instrumentos de percusión. Su paso al flamenco vino de la mano del cantaor Manuel Torre y el guitarrista “Niño Ricardo”.

La letra de los campanilleros es de carácter religioso y se canta sobre un compás 3×4, con un acompañamiento en tonalidad menor. La estrofa es de seis versos asonantados (con rima asonante, en la que la rima de los versos se hace en las vocales finales).

>> Debla: es un cante de los llamados “a palo seco”, es decir, sin acompañamiento de guitarra. La debla es considerada parte de otro palo flamenco, la toná, cuya ejecución es de las más difíciles para un cantaor, lo que requiere que tengan conocimientos de este estilo para su correcta interpretación. La copla es de cuatro versos octosílabos que se suelen repetir a lo largo del cante.

>> Saeta: aunque se suele asociar a la Semana Santa, la saeta flamenca ha conseguido tener su personalidad propia dentro de los palos del flamenco en Sevilla, sobre todo a partir del siglo XX. La saeta es un género que, al igual que la debla, pertenece a los palos secos.

El origen de la saeta se remonta varios siglos atrás y es comúnmente representada en la Semana Santa, como un cante que se le hace a los pasos del Cristo o de la Virgen, durante la procesión de las hermandades en esta fecha.

Las saetas flamencas se cantan por seguiriya y martinetes, es decir, usan el ritmo de estos palos flamencos, destacando la saeta carcelera. La copla, de cuatro versos octosílabos, cuenta con cinco partes con ritmo libre, repitiéndose el tercer verso.

>> Sevillanas: el palo flamenco por excelencia de romerías y fiestas, en especial, de las ferias que se celebran en toda Andalucía durante la primavera y el verano. Si pensamos en un palo flamenco en Sevilla, las sevillanas son las que más nos representan, sobre todo por su popularidad tanto dentro como fuera de nuestra tierra.

Su origen se remonta a la época de los Reyes Católicos, cuando eran conocidas como seguidillas castellanas, ya que derivan de estas. Su característica principal es que es un baile en pareja (aunque pueden bailarlas a la vez más personas) y su coreografía es muy marcada. Sin embargo, también tiene versiones distintas, las hay marineras, de feria, corraleras, lentas y rocieras (más rápidas), entre otras.

La estructura, eso sí, es igual para todas: constan de una introducción, salidas, vueltas y cierre, divididas en cuatro partes. Las sevillanas son para bailarlas, es decir, es un palo flamenco que está hecho para ser bailado, no como la soleá, por ejemplo, que puede bailarse o simplemente deleitarse con el cante.

>> Soleá: al igual que pasa con la seguiriya, la soleá es un palo flamenco que engloba a otros, como es la caña, las cantiñas y la bulería. Su nombre viene por su cante, ya que es considerada como flamenco jondo, es decir, profundo, un tipo de cante puro, sin mucho artificio.

Se dice que la soleá es una mezcla del fandango, la jota y la seguiriya, surgida en el siglo XIX.

>> Tonás: es uno de los cantes flamencos más primitivos, considerada como madre del flamenco, junto a la soleá que, al igual que ellas, se cantan sin acompañamiento de ningún tipo, a “palo seco”.

Se habla de dos tipos de tonás, la toná grande, más difícil y cuya atribución se hace a Tío Luis el de Juliana; y la toná chica, más corta y melódica. Suele ser silábica, los que las convierten en un cante sobrio y muy profundo.

Como habrás podido comprobar, esto es solo una muestra de todo el flamenco en Sevilla. Si quieres ver un recorrido completo, vente a nuestro show flamenco en El Palacio Andaluz, un tablao de referencia que cuenta con el espectáculo de mayor duración de la ciudad. Una hora y media de puro cante, baile y, por supuesto, duende. ¡Olé!

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