El arte flamenco es una parte integral de la cultura española y la ciudad de Sevilla es reconocida mundialmente como uno de los referentes de esta forma de expresión. Dentro del mundo del flamenco, la Escuela Sevillana de baile ha dejado una huella imborrable, contribuyendo al enriquecimiento y la difusión de este apasionante arte.
Desde sus inicios, hacia 1830, la Escuela Sevillana de baile ha desarrollado un estilo único que combina la elegancia, la gracia y la fuerza expresiva del baile flamenco. Cuenta con una serie características que definen una forma de bailar con personalidad propia. Tal es así, que está reconocido en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz como Bien de Interés Cultural, de la actividad de interés etnológico.
Aunque muchos de sus rasgos pueden identificarse también en el baile de hombre, la Escuela Sevillana constituye un pilar básico de las bailaoras flamencas.
En la mujer, domina la estética y la plasticidad. Se trata de un baile depurado, estilizado y esencialmente femenino, en el que destaca la gracia con la que se mueve el cuerpo, los brazos y el juego de las manos y los dedos.
Podría decirse que es el baile de mujer por antonomasia, con toque seductor y coqueto, a veces, y apasionado, otras, pero siempre airoso, encantador y, sobre todo, elegante. Una manera de bailar, “para gustar y gustarse”.
En el caso del hombre, hay plasticidad y donaire en la posición del cuerpo y en la ejecución de los pasos, destacando también la postura y la elegancia.
Este estilo de baile flamenco se caracteriza también por el respeto que, tanto bailaores como bailaoras, sienten y transmiten, dado que escuchan y bailan o se deja llevar por el cante y la guitarra.
Desde que el baile flamenco comienza a dar sus primeros pasos, allá por 1840, se reconoce con halagos a la Escuela Sevillana. Probablemente, la primera fuente documental que hace referencia histórica a este modo de bailar, es la del escritor costumbrista malagueño Serafín Estébanez Calderón, quien firmaba bajo el pseudónimo de El Solitario. En “Un baile de Triana”, publicado en el Álbum del Imparcial en 1842, reconocía a la Escuela de Sevilla como la «universidad» del baile andaluz, dando detalles de cómo la capital hispalense ejercía su influencia, imponía sus maneras y marcaba con un sello propio los bailes que llegaban aquí.
Entre las artistas que dieron vida a este estilo de baile, se identifica a Pastora Imperio como la persona que puso los cimientos de la Escuela Sevillana de baile. En ella se reconocen los modos y maneras que caracterizan a este baile flamenco, siendo fuente de inspiración de muchas bailaoras que han hecho posible que esta escuela haya llegado hasta nuestros días.
Si Pastora Imperio puso las bases de la Escuela Sevillana, se concede a Matilde Coral el mérito y el honor de haber transmitido, codificado y difundido sus esencias. Hoy este estilo, que se conoce en todo el mundo flamenco, debe su pervivencia al magisterio de esta mujer.
A través de su academia, ubicada en el corazón de Triana, Matilde ha conservado y enseñado esta forma de bailar a muchas artistas que ahora ocupan un lugar privilegiado en el baile flamenco, como es el caso de Milagros Mengíbar, Merche Esmeralda, Pepa Montes, Ana María Bueno, Loly Flores, Ana Moya e Isabel Bayón.
En cuanto a los artistas masculinos, en mayor o menor medida, los rasgos esenciales de este estilo sevillano se aprecian en casi todos los bailaores nacidos en esta tierra, reconocido en las figuras de Curro Vélez, Farruco, Bobote o Rafael el Negro, hasta Israel Galván.
No obstante, se apunta a Manuel Corrales González, ‘El Mimbre’ como referente emblemático de este estilo, con un baile irrepetible que, sin dejar a un lado la tradición, mostró en muchas ocasiones su impronta personal y genialidad.
Desde entonces y hasta nuestros días, la Escuela Sevillana de baile ha sido un estilo que no ha estado reservado solo a profesionales. Es una forma de bailar que se respiraba y se respira en cualquier celebración, ya fuese en una corrala de vecinos, una caseta de feria o en una romería. Unas maneras de sentir y expresar el baila flamenco, que siguen transmitiéndose y seguimos identificando como propias de la Escuela Sevillana.
En espacios como El Palacio Andaluz, se puede disfrutar de esta tradición flamenca a través de la destreza de nuestros bailaores y bailaoras, que han bebido de las fuentes de este estilo de baile cargado de sentimiento, fuerza y elegancia.
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Referencias bibliográficas
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