Los cantes de ida y vuelta en el flamenco son una manifestación musical única que refleja la influencia y fusión de culturas a lo largo de la historia de este arte en Andalucía. Estos cantes son una evidencia palpable de cómo las tradiciones musicales se han entrelazado a través de los siglos, especialmente durante el período de la colonización y el comercio entre España y las Américas.
El término «cantes de ida y vuelta» hace referencia a las canciones que viajaron, valga la redundancia, «de ida y vuelta» entre España y América Latina, principalmente en los siglos XVIII y XIX. Durante la colonización de América, los españoles llevaron consigo sus tradiciones musicales y el folclore, incluyendo el flamenco. En las colonias americanas, estas influencias se mezclaron con las melodías y ritmos locales, creando una rica amalgama de estilos musicales.
Uno de los elementos más notables de los cantes de ida y vuelta es la incorporación de ritmos de la música afroamericana, indígena y europea que se encontraban en América Latina. Estos sones se fundieron con las melodías del flamenco, dando lugar a un repertorio de nuevas canciones y palos flamencos con una resonancia única.
Algunos de los cantes de ida y vuelta más conocidos incluyen la guajira, milonga, vidalita, colombiana y la rumba. Cada uno de estos estilos incorpora influencias americanas y africanas, junto con el carácter expresivo y apasionado del flamenco tradicional. La guitarra flamenca también experimentó cambios en su técnica y afinación para adaptarse a estos nuevos ritmos.
La guajira proviene del término yucateco “guajiro” que es la denominación que se le daba al campesino blanco cubano que se dedicaba al cultivo y cosecha de la caña de azúcar. Mientras realizaban su labor, estos trabajadores cantaban unas coplillas, con las que se entretenían. Y así, estas cancioncillas, se unieron al flamenco y empezaron a adquirir una cadencia y un compás parecido al de la alegría.
Y, ¿cómo se visten las que bailan guajiras flamencas? Suelen usarse colores claros, como el rosa, el celeste o el blanco roto. Además, también es común que se use uno de los complementos flamencos predilectos: el abanico.
Como curiosidad, muchas bailaoras de guajiras hacen un movimiento poco común en el baile flamenco y característico de este cante de ida y vuelta: zapatean sentadas.
Entre los intérpretes de las guajiras flamencas destacan la Niña de los Peines, El Mochuelo, Enrique Morente, Juan Breva y La Rubia, entre otros.
Se cree que la rumba cubana (denominada guaguancó cubano), podría ser el inicio de la rumba flamenca actual. Este cante de ida y vuelta se popularizó en España sobre los años 20 del siglo XX, cuando empezó a adquirir ritmos más flamencos.
Sin embargo, existe otra variante, la “rumba catalana”, que fue adaptada por las personas de etnia gitana que vivían en Cataluña (España), y que tiene ciertas diferencias con la rumba flamenca.
La rumba flamenca tiene un ritmo muy vivo y risueño, y ha alcanzado gran popularidad en Andalucía, sobre todo en fiestas de todo tipo, en las que se baila sin parar.
Bernardo el de los Lobitos y Manuel Vallejo, son dos de los artistas más antiguos que dieron a conocer este nuevo ritmo flamenco.
También llamada colombina, este estilo del flamenco poco o nada tiene que ver con el folclore sudamericano, pero dado su parecido en ritmo con la guajira, se le considera dentro de esta categoría de “cantes de ida y vuelta”.
La colombiana nació en 1931 gracias a Pepe Marchena, que compuso una canción llamada “Mi Colombiana”, en la que dio a conocer este nuevo estilo que, con el tiempo, se empezó a considerar un cante flamenco.
Lo curioso de este cante es que se cree que está inspirado en una canción vasca a la que se añadió el sonido de una guitarra, y cuyo resultado fue un cántico que recordaba a la rumba cubana, pero con ligeras diferencias marcadas por el propio Marchena. Tal es así, que se ha mantenido más o menos estable en el tiempo y goza de buena acogida cuando se interpreta.
El término “milonga”, de origen argentino, significa baile. Tiene muchas conexiones en ritmo y melodía con la habanera y el tango de las Antillas.
El ritmo flamenco se lo añadió Antonio Chacón en 1912, que grabó una milonga con carácter flamenco a su regreso de un viaje que hizo a Buenos Aires (Argentina). Sin embargo, a finales del siglo XIX, Pepa Oro ya la había popularizado.
La vidalita es un cante de ida y vuelta emparentado con la milonga, sobre todo por su origen, ya que era un tipo de cancioncilla que se entonaba en las riberas del río Paraná (que fluye por Brasil, Paraguay y Argentina).
A España no llegó hasta el siglo XX de la mano, de nuevo, de Antonio Chacón y Escacena.
Los cantes de ida y vuelta son una fusión cultural que manifiesta la influencia del flamenco en distintas partes del mundo. ¡Viva nuestro arte!
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