El cante jondo o cante flamenco constituye una manera única de interpretar el flamenco y la expresión más pura de mostrar los sentimientos sobre el tablao o escenario. Es una interpretación basada en el lamento, desde la primera hasta la última estrofa, y cuyo resultado es toda una manifestación de emociones, donde salen a flote los sentimientos más profundos de los cantaores flamencos.
Es el tono sobrio y el dramatismo del cante que se apoya en los rasgos de la voz del artista que estira la melodía o la sílaba a su gusto, allí donde quiere marcar más su sentimiento.
El origen del cante jondo se remonta unos siglos atrás, en Andalucía, aunque los teóricos siguen sin ponerse de acuerdo de cuál fue la primera manifestación de este cante tan profundo.
El compositor gaditano Manuel de Falla considera que, con la llegada del pueblo gitano al sur de Europa, se asentaron unos cantes con letras árabes y hebreas que, a la larga, dieron lugar al cante jondo. Por otro lado, otros investigadores apuntan que este tipo de cante vino de la mano de los antiguos cantos litúrgicos que se interpretaban en las iglesias españolas.
Este tipo de cante, también se conoce como hondo o cante primitivo andaluz, lo componen diversos palos flamencos entre los que destacan las tonás, los martinetes, las seguiriyas, las soleás y los tangos flamencos.
En el cante jondo habría que hacer una división entre los cantes grandes y los cantes chicos. Los primeros se llaman así por ser unos cantes profundos y que suelen tener un gran dramatismo. Entre ellos nos encontramos las seguiriyas, las soleás, los martinetes y las tonás. Podrás identificarlo por sus letras, que suelen reflejar dolor y angustia.
Por otro lado, los cantes chicos que se encuentran más relacionados con la improvisación y tocando temas más mundanos como el amor, la felicidad o el humor. De ritmo más festivo, ejemplo de ello son la bulería, los tangos y las alegrías.
Lo cierto es que el cante jondo forma parte del repertorio de los cantes flamencos, entre los que se incluyen los cantes gitanos (aquellos originarios de los gitanos emigrantes del siglo XV) y los cantes aflamencados, como la farruca, el garrotín o la rumba cubana.
De hecho, estas composiciones han servido de base para la fusión de otros muchos estilos, dando lugar a la formación de otros palos flamencos. Al final, el flamenco se ha transformado en un arte variopinto, con una gran variedad musical en sus entrañas.
Entre sus rasgos más comunes, el cante jondo suele caracterizarse en su estructura por la repetición obsesiva de una nota, para proporcionar acción y dinamismo a la “conversación” entre el cantaor y la guitarra. Es un canto dolorido, a menudo improvisado e intercalando el cante con los ‘quejíos’ tan típicos del flamenco.
Entre los principales cantaores de este tipo de cante encontramos a Antonio Fernández, conocido popularmente como “El Planeta”, Tio Luis el de la Juliana, El Fillo, La Niña de los Peines, Manolo Caracol, Camarón de la Isla, entre otros. Además, la creación en junio de 1922 del “Concurso de Cante Jondo” en Granada, supuso el culmen de este cante flamenco, promovido por Manuel de Falla y Federico García Lorca.
Es imprescindible para disfrutar del cante jondo oírlo en vivo, desde la inmediatez del directo, para captar la fuerza y la pureza que lo caracterizan en su interpretación. El cantaor va uniendo las notas para dar una sensación de armonía musical mediante su capacidad de utilizar las diversas técnicas que componen este cante tan profundo. La guitarra establece un “diálogo” con el cantaor o le “responde” en las pausas en las que este respira o coge aire para ‘continuar la conversación’.
De lo que no hay duda es que el cante flamenco es capaz de llegar a los más profundo de los sentimientos. La mejor manera de disfrutarlo, es verlo en directo. Un ejemplo de cómo este arte llega a los sentidos, en el siguiente video. Silvia Reina cantando por tangos.
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