Las mujeres han sido imprescindibles para la evolución del flamenco. Sin embargo, han sufrido muchos obstáculos a lo largo de la evolución de la sociedad, sobre todo por los prejuicios de épocas pasadas, que les impedían poder despuntar como artistas en solitario o simplemente, debutar en algunos ambientes.
Pero eso no ha impedido que tengamos referencia de grandes cantaoras de flamenco que han pasado a la historia por su talento y por saber demostrar que tenían tanto arte y quejío como cualquier cantaor masculino.
En 1997, la Junta de Andalucía declaró los registros sonoros de La Niña de los Peines como bien de Interés Cultural, dando un paso adelante en el reconocimiento de la figura de la mujer en el flamenco.
Las referencias a la mujer dentro de la historia del flamenco son innumerables, ya que se sabe que, en las fiestas, tabernas y juergas, jugaba un papel fundamental junto al hombre, aunque no tuviese el protagonismo.
Algunos escritores y estudiosos del siglo XVIII, como Francisco de Castro, Moreto o Ramón de la Cruz nombran a algunas mujeres de esta primera etapa, a la que denominan preflamenca. La Escalanta, la Pajarilla, La Chaves o la Troncosa, son solo algunos de los nombres que destacan.
Estas referencias son solo eso, referencias, ya que no hay documentación escrita sobre ellas más que menciones en diferentes documentos históricos. No es hasta 1842 cuando en un artículo se documenta, por primera vez de forma escrita, el nombre de la primera mujer cantaora: María de las Nieves, una gitana que participó en una fiesta en el barrio de Triana junto a los conocidos El Fillo y Juan de Dios cantando tonadas (tonás) sevillanas, un palo del flamenco primitivo que se empezó a forjar en el siglo XIX.
Es precisamente a comienzos de este siglo, cuando Estébanez Calderón retrata en su libro “Escenas Andaluzas” algunos nombres, además de María de las Nieves, como La Perla, la Mosca o La Jabera, entre otras. (Escenas Andaluzas (1830-1847), El Solitario, Serafín Estébanez Calderón).
Los nombres de estas cantaoras de flamenco de las que hemos venido hablando, son una evidencia palpable del importante papel que tuvo la mujer en la evolución y consolidación de este arte.
A continuación, haremos una breve biografía por algunas cantaoras de flamenco que han dejado huella en la historia del flamenco:
>> La Andonda
María Amaya Heredia (Morón de la Frontera (¿) Ronda (¿), 1831-1891), fue una cantaora gitana que, actualmente, es reconocida como una de las cantaoras más grande de la historia del flamenco. Aunque los historiadores no se ponen de acuerdo en el lugar de su nacimiento (algunos lo ubican en Morón de la Frontera, Sevilla, y otros en Ronda, Málaga), su vida transcurría entre Utrera, Morón y Triana. Sus fuertes peleas alimentaron sus letras y quejíos. Se la considera la primera cantaora por soleá, uno de los grandes palos del flamenco. Se la relaciona con “El Fillo” (de la que se cree que fue su primera pareja).
>> La Serneta
Mercedes Fernández Vargas, (Jerez de la Frontera (Cádiz), 1837- Utrera (Sevilla) 1912), fue conocida como “La Serneta”, un apodo que le viene de su madre, ya que cuando era pequeña la llamaba “serenata”, un tipo de ave, muy ligero y energético.
La carrera artística de “La Serneta” empezó a mediados de 1870, en Sevilla, aunque luego se desplazó a Madrid, para impartir clases de guitarra. Se la conoce por su cante por soleares.
>> Anilla la de Ronda o Aniya La Gitana
Ana Amaya Molina fue una gitana cantaora y guitarrista de flamenco más conocida como “Anilla la de Ronda” o “Aniya La Gitana”, nació en Ronda (Málaga) en 1853. Murió en su ciudad natal en 1933, tres años después de haber sido la figura más admirada de la Semana Andaluza (celebración que tuvo lugar dentro de la Exposición Internacional de Barcelona que tuvo lugar entre 1920 y 1930).
Su actuación destacaba porque era ella misma la que acompañaba su cante con su guitarra, de hecho, se considera una de las primeras mujeres guitarristas de flamenco (una disciplina que sigue siendo hoy mayoritariamente de hombres).
Entre las curiosidades que rodean su carrera artística está cuando la gran Pastora Imperio le regaló una bata de cola, o cuando la reina Victoria Eugenia le dio un mantón de Manila.
>> La Niña de los Peines
Pastora María Pavón Cruz (Sevilla 1890-1969), conocida como “La Niña de los Peines”, es una reconocida cantaora gitana sevillana.
Su debut artístico lo hizo cuando tenía tan solo 8 años y, desde entonces, empezó a destacar por su interpretación de varios palos flamencos, entre ellos, las bulerías, las soleás y las seguiriyas.
Fue una adelantada a su época, atreviéndose a crear estilos nuevos, como “la bambera” y “las Lorqueñas”. Tal y como hemos apuntado al inicio de este artículo, su obra ha sido declarada Bien de Interés Cultural por el gobierno andaluz.
>> Carmen Amaya
Carmen Amaya Amaya (Barcelona 1913- Bagur (Gerona) 1963), comenzó su carrera artística junto a su padre, Francisco Amaya “El Chino”, un guitarrista de flamenco que tocaba en las tabernas de Barcelona. Mientras su padre se encargaba del toque, Carmen le acompañaba con el baile y el cante, tomando cada vez más fama y renombre.
En 1929 debutó, de forma oficial, en París (antes era demasiado joven para poder pisar un tablao flamenco) y en 1930 su nombre apareció por primera vez en un cartel, en la Exposición Internacional de Barcelona.
>> Fernanda de Utrera
Fernanda Jiménez Peña (Utrera 1923-2006), es conocida por ser una gran cantaora de flamenco. Su nombre artístico le viene de su lugar de origen, y suele ser recordada junto a su hermana, Bernarda, con la que compartió escenarios, discografía y actuaciones.
Está consolidada como una de las mejores cantaoras de soleares, aunque también es recordada por sus cantiñas y fandangos.
>> Lola Flores
María Dolores Flores Ruiz (Jerez de la Frontera (Cádiz) 1923-Madrid 1995), más conocida por todos como Lola Flores, “La Faraona”, fue una bailaora, actriz y cantante muy querida tanto dentro como fuera de España.
Aunque su cante no es flamenco puro como tal, su desparpajo la hizo recorrerse medio mundo y consolidar su carrera artística.
Estos son solo algunos nombres de mujeres cantaoras de flamenco que han dejado su impronta en este arte, pasando a la historia como grandes artistas. Así, el papel de la mujer en el flamenco no ha sido secundario, y hoy en día son muchas las mujeres que despuntan en todos los ámbitos: desde el baile, como Eva Yerbabuena, Patricia Guerrero o Manuela Carrasco; el toque, como Mercedes Luján o Antonia Jiménez, y por supuesto, el cante, como Lela Soto, Celia Romero o Rocío Luna.
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