La Real Academia de la Lengua Española define el cante flamenco como el ‘canto andaluz agitanado’, por lo que no cabe duda que el pueblo gitano tuvo mucho que ver con el surgimiento de esta expresión artística, un vínculo que sigue vivo en la actualidad.
Si nos fijamos en las letras del cante flamenco, la mayoría hacen referencia a temas de amor, vida y muerte. Este arte, de origen andaluz, nació de la expresión popular, fruto de la persecución que sufrieron gitanos, judíos y musulmanes en España por parte de los Reyes Católicos.
En 1492, Isabel y Fernando obligaron a los ciudadanos, que vivían bajo su reinado, a convertirse al catolicismo, una decisión que incluía duros castigos y penas de muerte a quienes se resistieron a esta conversión, como fue el caso de judíos, musulmanes y gitanos.
Fue precisamente esa dura persecución, la que obligó a estos colectivos a unirse para ayudarse entre ellos. Fruto de esa convivencia y fusión de culturas surgió el cante flamenco, que se convirtió en la expresión de la angustia y protesta contra la opresión que sufrían.
La mayoría de los estudios coinciden en fijar Jerez de la Frontera (Cádiz) como el lugar de nacimiento del cante flamenco. La difusión de este arte por otros rincones Andalucía se debe a la naturaleza nómada de los gitanos, quienes solían ir pueblo a pueblo vendiendo sus productos o haciendo trabajos esporádicos. Este es el motivo por el que el flamenco echó sus raíces en otras ciudades andaluzas como Sevilla y Granada.
Aunque hoy en día el flamenco es un arte de reconocimiento internacional, fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2010, la historia no siempre ha sido benévola con esta expresión artística, tal y como podemos ver a continuación.
Del siglo XV al XVIII, los gitanos estuvieron marginados, de ahí que cantaban ‘a escondidas’ en las fraguas, sus casas o fiestas familiares, como bodas y bautizos. Con la llegada al trono de Carlos III, en el 1759, adquirieron la carta de ciudadanía, se le conceden derechos civiles y los gitanos comenzaron a salir del anonimato.
La llegada de los Borbones franceses a España, en el siglo XVIII, provocó la reacción de los ciudadanos al ‘afrancesamiento’ de las clases altas y decidieron rescatar su cultura más popular. Esto benefició al arte flamenco, ya que la música y cultura gitana comenzó a despertar el interés del pueblo español.
Fue en 1780, cuando surgió en Jerez el Tío Luis el de la Juliana, a quien se considera el primer cantaor flamenco de la historia. A este pionero le siguieron otros artistas como Francisco Ortega de Puerto Real, alias ‘El Fillo’; El Planeta de Triana; Juan en Cueros; Juan de Dios, María de las Nieves; Perico el Gallego; Franco el Colorado o Luis el Cautivo, entre otros muchos cantaores que hicieron historia en el cante flamenco.
Cuando se habla de la etapa hermética del flamenco se hace referencia a lo que ocurrió entre 1800 a 1860. En esta época, el cante jondo triunfaba en los hogares calés en bodas, bautizos y fiestas domésticas. Además de los cantes jondos, también existían los cantes andaluces que eran de dominio popular como los fandangos, las rondeñas, los verdiales, las sevillanas, temporeras, los cantes de trilla o las nanas.
En aquel tiempo, los lugares de referencia del cante flamenco eran el barrio de Triana, en Sevilla, Cádiz y los pueblos gaditanos del Puerto de Santa María, Sanlúcar y Jerez de la Frontera.
Hasta entonces los cantaores flamencos eran solo gitanos, quienes iban de un pueblo a otro a cantar en las fiestas, las bodas y bautizos por un plato de comida.
El periodo que engloba de 1860 a 1910 fue bueno para este arte gracias al nacimiento de los famosos Cafés Cantantes, locales impulsados por Silverio Franconetti, creador del cante gitano-andaluz y primer cantaor no gitano que se conoce.
Aquí, en los cafés cantantes (actuales tablaos flamencos), los artistas andaluces empezaron a cantar flamenco para el público. El éxito fue tal que no había ciudad andaluza que no tuviera un local de este tipo.
En esta época comienza la clasificación del cante flamenco en cante jondo y cante menos jondo. Como jondo se veía nada más que a la siguiriya, aunque luego se incluyó también las soleares, cañas, polos y serranas.
El cante jondo hace referencia a los estilos más primitivos del cante flamenco y se caracterizan por ser interpretaciones profundas en las que el cantaor ha de conseguir expresar de forma solemne el sentimiento de la copla. El cante jondo se divide a su vez en cante grande y cante chico, según el sentimiento que expresan.
El cante grande incluye los palos que se consideran más profundos y graves, digamos más solemnes. Las letras expresan sentimientos profundos y de angustia. Dentro de este estilo se encuentran las siguiriyas, las tonás o las soleás.
Por su parte, por cante chico se entendía al que no reunía la seriedad y grandeza de los cantes grandes, es decir, cantes ligeros sin grandes exigencias para su ejecución e interpretación.
A partir de aquí, el flamenco comenzó a reconocerse y valorarse, algo que produjo el surgimiento de artistas profesionales y la evolución del flamenco con la incorporación del baile y la guitarra.
En la actualidad, el flamenco es todo un fenómeno internacional. De esta expresión artística, fruto de una mezcla multicultural, se puede disfrutar hoy en día en los festivales y espectáculos flamencos que se celebran por diversos rincones del mundo.
No obstante, Andalucía sigue siendo referencia del arte flamenco. Sus ciudades más emblemáticas, están salpicadas de tablaos flamencos, en las que visitantes de todo el mundo pueden conocer de primera mano la pasión y emociones que transmiten los artistas sus actuaciones en directo.
Este es el caso del Tablao El Palacio Andaluz, donde cada noche se celebran dos show flamencos en vivo con un elenco de artistas único en Andalucía. Un espectáculo que puedes reservar online y que ha sido elegido por Televisión Española para la difusión de este arte por su calidad artística y visual. Si visitas Sevilla, ¡toma nota de nuestra recomendación!
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