La bulería flamenca o bulerías es el palo flamenco con tintes festeros por excelencia. A caballo entre la fiesta y la burla, este estilo se ha convertido en los últimos tiempos en uno de los más conocidos entre el público general, pero esto no ha sido siempre así.
Alcanzar la popularidad de la que goza la bulería flamenca desde finales del siglo XX, no ha sido fácil, dado que en su origen las bulerías ni siquiera eran consideradas un estilo flamenco. Se les llamaban cantes por fiesta o chuflas y eran la parte menos ‘jonda’ del repertorio del baile, el cante y el toque flamenco.
La bulería flamenca es el palo más típico de Jerez de la Frontera (Cádiz) y ya en su denominación nos da pistas de que es uno de los estilos bulliciosos y alegres del flamenco. Suele ser el baile con el que se termina una juerga flamenca y es fácilmente reconocible tanto para los más entendidos como para quienes tienen pocas nociones sobre flamenco. Es ese momento en el que los artistas forman un semicírculo y van saliendo de uno en uno para bailar una parte de la pieza. Reconocible, ¿verdad?
Si buscamos el origen de las bulerías tenemos que fijarnos en otro palo flamenco: la soleá. La bulería flamenca deriva de la soleá, estilo del que toma la estructura de compás aunque con cierta variación al contar con un ritmo más rápido.
Los historiadores del arte flamenco apuntan que fue en el siglo XIX cuando cantaores como El Loco Mateo y El Gloria decidieron imprimirle una entidad propia a las bulerías y, de este modo, desvincularla de la soleá. Un ejemplo del vínculo que existe entre uno y otro palo son cantes actuales como la soleá por bulerías o la bulería por soleá.
Como hemos adelantado, las bulerías hunde sus raíces en Jerez de la Frontera, pero la evolución y popularidad de este palo flamenco cuenta también con la contribución de artistas de otros rincones andaluces, como La Niña de los Peines o Manuel Vallejo, así como de las influencias de otros cantes flamencos.
Estas influencias y el trabajo de diversos artistas flamencos han dado lugar a diferentes estilos de bulerías como son las Bulerías de Jerez, las de Cádiz, de Lebrija, de Utrera y de Triana, estilos que como se puede apreciar en su denominación llevan el sello del lugar donde este palo ha evolucionado.
Aunque al principio la bulería flamenca era un cante para el baile, poco a poco este palo flamenco fue haciéndose hueco como un cante imprescindible en las interpretaciones de los cantaores o las grabaciones musicales, gracias a artistas de la talla de Camarón de la Isla o Paco de Lucía, quienes hicieron de la bulería un referente del flamenco.
En cuanto al baile, la bulería también ha sabido evolucionar y salir de las celebraciones privadas para convertirse en una pieza imprescindible en los espectáculos flamencos, ya sea como remate de la soléa o como fin de fiesta.
Haciendo gala de su estilo alegre y bullicioso, la interpretación de las bulerías permite el lucimiento no sólo de los bailaores, sino también de los cantantes o músicos. Es un cante festero de ritmo alegre que admite todo tipo de letras, con fuerza en su interpretación y que se presta al jaleo y exclamaciones flamencas por parte de los artistas durante la actuación.
Sin duda, las bulerías han adquirido con el tiempo una entidad propia, tanto en el cante como en el baile, haciéndose un hueco en las actuaciones flamencas y convirtiéndose en uno de los palos que no suelen faltar en los espectáculos actuales, como el del El Palacio Andaluz.
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