Para el flamenco, Semana Santa es tiempo de saetas. Es momento de quejío, de fervor y de plegaria que se hace canto al paso de las procesiones. En Andalucía, la tradición de cantar a las imágenes religiosas se remonta varios siglos atrás, pero la versión flamenca de este estilo es mucho más reciente.
La saeta forma parte de los cantes de ‘palo seco’, denominados así porque se interpretan sin el acompañamiento de ningún instrumento. Al igual que ocurre con otros palos flamencos, la saeta tiene influencias de la cultura cristiana, árabe y judía.
Este cante, que en su origen sería un rezo, una invocación en voz alta dirigida a la Virgen o a Jesús, ha llegado a convertirse en uno de los cantes andaluces más bellos y sensibles.
Aunque existe una fecha concreta que establezca el origen de este cante, sí encontramos alusiones documentadas que hacen referencia a su existencia. Es el caso del Diccionario de la Academia que, en 1803, incluía varias saetas y las definía como un conjunto de coplas sentenciosas y morales que entonan los misioneros. Algunos investigadores apuntan que su origen está vinculado con el de algún canto de sinagoga que los judíos conversos entonaban para mostrar su cristiandad.
No obstante, no será hasta mediados del siglo XIX cuando se popularice la costumbre de cantar las saetas al paso de las procesiones. En Sevilla, se prohibieron en 1876, para regresar tiempo después en la versión aflamencada, sobre todo en el barrio de La Macarena.
A partir de entonces, los cantaores andaluces comenzaron a extender la saeta y empezaron a surgir los diferentes estilos que se siguen cantando en la actualidad. Existen dos tipos de saetas, la primitiva y la flamenca, y cada una de ellas posee características musicales y de ejecución diferenciadas.
La saeta primitiva se sigue conservando en algunos lugares de tradición para el arte flamenco y en cada zona tiene matices y un sello personal propio. En la localidad sevillana de Marchena, se conocen hasta diez estilos de saetas diferentes, siendo las ‘Molederas de Marchena’, las más conocidas.
En Utrera, sin embargo, estas Saetas Antiguas las cantan las monjas de la Consolación, recordando de este modo los orígenes más remotos de la saeta que conocemos ahora.
Las señas de identidad de Mairena del Alcor son la Saeta de Marín, una de las más antiguas que se cantan en este municipio, y la Saeta Revolea, que aunque pertenece a Marchena, está arraigada aquí gracias a la aportación y recreación del cantaor Antonio Mairena.
En la provincia de Córdoba, también encontramos estilos propios de la saeta primitiva. Es el caso de Castro del Río, donde se identifican tres tipos de saetas: de rigor, las del Vía Crucis y las Samaritanas, éstas últimas son las más conocidas y suelen cantarse en la noche del Jueves Santo.
Puente Genil es otro pueblo cordobés vinculado con este palo flamenco. De aquí son las afamadas Saetas Cuarteleras, un nombre que hace referencia a los Cuarteles de las Corporaciones Bíblicas, lugar de encuentro de los hermanos cofrades que suelen reunirse para cantar saetas a finales de la cuaresma.
Lucena cuenta también con dos estilos propios de saetas, que suelen cantarse durante la preparación de los pasos en cofradías. Se trata de las Saetas de Santería, cuya denominación se debe al conjunto de costaleros que portan el paso, y se interpretan de manera improvisada y con forma de diálogo. Las otras son las Saetas Antiguas que tienen letras de la Biblia.
El recorrido ‘saetero’ por la provincia de Córdoba nos lleva hasta Cabra, donde se llama Saetas del Prendimiento, a las narraciones que explican un pasaje el viernes santo.
En tierras granadinas también cuenta con un repertorio propio de saetas. Es el caso de Loja. municipio que conserva las Sátiras, un canto que interpretan de manera conjunta los portadores del incienso.
Y terminamos esta ruta de saetas primitivas en Arcos de la Frontera (Cádiz), con su Saeta Vieja de Arcos, una interpretación de aires gregorianos acompañada por instrumentos de viento.
La saeta flamenca, sin embargo, no cuenta con referencias geográficas tan específicas, pero también posee diferentes estilos de ejecución. A principios del siglo XX, se comenzó a aflamencar la saeta primitiva, dando como resultado el estilo que hoy conocemos como saeta flamenca.
Este cante tiene la dificultad de no tener acompañamiento instrumental, por lo que el intérprete no tiene referencia para afinar la voz ni para orientarse. Es el propio saetero o saetera quien debe poner la afinación, la potencia, la ejecución e interpretación que requiere sin ningún tipo de apoyo.
La saeta flamenca se interpreta por seguiriyas, por martinetes y por carceleras. Numerosos investigadores apuntan que es un estilo que nació en Sevilla, impulsado por el fervor de las cofradías de Semana Santa. Aunque se suele apuntar a Enrique el Mellizo como pionero de estos cantes en Cádiz y se reconoce a Manuel Centeno como el creador de la saeta flamenca en Sevilla.
La saeta flamenca comenzó a configurase como un estilo lleno de ornamentos y que, a partir de 1920, se denominó saeta artística. Con esta versión, Centeno consiguió apartar a los no profesionales del cante, que solían interpretar la saeta antigua, obligándoles a cantar la nueva y difícil saeta flamenca.
Está compuesta por una copla de cuatro versos octosílabos (romance), con cinco fragmentos carenciales (tercios) y ritmo libre, repitiéndose el tercer verso. Otras estrofas tienen cinco versos. Las letras de las saetas suelen evocar un momento de la pasión y muerte de Jesucristo, del dolor de la Virgen o bien recuerdan un pasaje de la Biblia. Hay otras que son puros y simples piropos a la Virgen o el Señor.
Aunque es un cante difícil, hay muchos artistas que han destacado por su manera de interpretar la saeta flamenca, como Antonio Chacón, Manuel Vallejo, Rafael Ramos “El Gloria”, Pastora Pavón “La Niña de los Peines, Joaquín Vargas “Cojo de Málaga”, , Antonio Mairena, Manolo Caracol o Manuel Mairena, entre otros.
En la actualidad, este palo sigue teniendo arraigo en la tradición religiosa de la Semana Santa, como una forma particular de rezar o sentir una plegaria. Artistas como Rocío Segura, José de la Tomasa, Diana Navarro, Rocío Bazán, José Pérez “El Sacri” o Manuel Cuevas, suelen ser fieles a su cita anual con la saeta flamenca, tal y como vemos en este vídeo de Estrella y Soleá Morente.
Uno de los cantes con más sentimiento y belleza del flamenco. Una manera de expresar la alegría y la pena, solo con la voz. Como dijo una voz popular, es el cantar del pueblo que vuelve cada primavera. Semana Santa es para el flamenco sinónimo de saeta.
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