El baile flamenco, al igual que el cante, ha integrado elementos de diferentes culturas. Con el desarrollo de la música flamenca surgió el baile que apareció por primera vez, de modo reconocible, en el siglo XVIII. A lo largo de su historia, ha ido evolucionado hasta conseguir consagrase como la expresión artística que es ahora.
Aunque al principio la atención del flamenco se centraba en la voz del cantante, poco a poco el baile fue tomando protagonismo en las actuaciones. Desde entonces, ha ido desarrollándose hasta configurar un estilo propio dentro de de la danza.
En su origen, el baile flamenco se llevaba a cabo en los patios y tabernas para posteriormente dar el salto a los antiguos café cantantes. Es, en estos escenarios, donde esta expresión artística va adquiriendo mayor identidad. En parte, gracias al uso de tarimas que imprimían brillantez al zapateado de los bailores y bailaoras por el sonido, y también por la pasión que ponían estos artistas en sus interpretaciones. Todo esto despertó la atención del público y poco a poco el baile flamenco comenzó a robarle protagonismo al cante.
A principios del siglo XX, los cafés cantantes sufrieron un declive, pero para entonces el baile flamenco ya se estaba consolidando en otros escenarios gracias a su incorporación en espectáculos coreografiados y en múltiples películas y obras teatrales.
Con el salto del baile flamenco a estos nuevos espacios comenzaron a surgir las primeras figuras del baile como Antonia Mercé ‘La Argentinita’, La Macarrona, Malena, Rosario la Mejorana, Concha la Carbonera, las hermanas Antúnez, las Coquineras, La Cuenca, Enriqueta la Macaca, Rita Ortega, Salú la Hija del Ciego, Miracielos, Mojigongo, Lamparilla, Antonio el de Bilbao o Estampío, entre otros muchos bailaores y bailaoras.
En el caso de artistas como ‘La Argentina’, su contribución al baile flamenco fue clave, ya que coreografió piezas de compositores clásicos como Isaac Albéniz, Enrique Granados y Manuel de Falla, además de dar vida a otros espectáculos de inspiración popular como ‘El embrujo de Sevilla’, que hicieron más atractivo para el público la interpretación de las piezas flamencas.
Y similar a la trayectoria de ‘La Argentinita’, fue la de las bailaoras Laura de Santelmo y Pastora Imperio, a quienes se sumó Carmen Amaya con una propuesta que apelaba al flamenco más pasional. Sus interpretaciones en los más escenarios más importantes de América fueron tan exitosas, que Carmen Amaya se consagró como una de las grandes figuras del baile flamenco internacional.
Pero Amaya no fue la primera artista que llevó el baile flamenco fuera de las fronteras españolas, ya que La Macarrona o La Argentinita ya habían interpretado piezas flamencas en escenarios de Berlín, Gran Bretaña, Rusia o Francia.
A partir de los años 50, otros artistas fueron tomando el testigo de los primeros continuando dejando huella en el baile flamenco como Antonio Ruiz Soler, conocido como ‘Antonio El Bailarín’, quien consiguió pasar a la historia del flamenco como uno de los mejores artistas de este arte.
Ya en los años setenta comenzaron a surgir escuelas artísticas que formaron a bailaores como El Gato, Juan Pelao, José Greco, El Güito, Mario Maya o Antonio Gades, quien dió un nuevo impulso al baile flamenco con obras como ‘Carmen’, ‘El amor Brujo’ o ‘Bodas de Sangre’.
La trayectoria artística de Gades marcó otro hito en el historia del baile flamenco, ya que fue el primer director del Ballet Nacional de España, que se fundó en 1978 con el objetivo de sellar un compromiso con la conservación y la evolución del baile español y el flamenco que aún perdura.
Paralelamente, el baile flamenco fue sumándose a festivales, peñas y tablaos, espacios en los que se reivindicaba los estilos más tradicionales de este arte. Era la época de artistas de la talla de Enrique el Cojo, Tía Juana la del Pipa, Farruco, de Matilde Coral, Toni el Pelao, Manuel Soler, Manolo Marín, Manuela Vargas, La Chunga, Manolete o Merche Esmeralda, bailaores y bailaoras que han sido y siguen siendo todo un referente en el mundo del flamenco.
Desde entonces hasta ahora, el baile flamenco ha continuado evolucionando, bebiendo de la tradición, pero también añadiendo nuevos elementos y fusionándose con otros géneros artísticos. Nombres como Antonio Canales, Joaquin Cortés, Sara Baras, Eva Yerbabuena, Israel Galván o Eduardo Guerrero han escrito o siguen escribiendo las últimas páginas de la historia del baile flamenco.
En este breve recorrido por la memoria del baile flamenco, somos conscientes de que nos dejamos muchos nombres en el tintero. Su legado ha ido transmitiéndose de generación en generación, evolucionando y a la vez conservando las señas de identidad de una expresión artísticas que es todo un referente de la cultura española.
Un zapateado, un desplante, un remate, un vuelo de volantes, un quiebro… continúan despertando emociones en un escenario porque es una expresión artística que, por suerte, sigue muy viva, gracias a espacios como los tablaos flamencos, que siguen acogiendo actuaciones en directo.
Es el caso de El Palacio Andaluz, que todos los días celebra dos actuaciones, la primera a las 19:00 horas y la segunda a las 21:30 horas. Un espectáculo flamenco, único en Andalucía, que cuenta con una sensacional puesta en escena de flamenco puro y tradicional interpretado por bailaores de reconocido prestigio nacional e internacional, como Emilio Ramírez, ‘El Duende’, considerado como uno de los mejores bailaores de flamenco de España.
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