El flamenco en Sevilla, ese arte que brota del alma del sur de España, tiene en Fernanda y Bernarda de Utrera dos de sus más grandes exponentes. Nacidas en el seno de una familia gitana en la localidad de Utrera, en la provincia de Sevilla, estas hermanas marcaron un hito en la historia del cante flamenco.
Fernanda Jiménez Peña nació en 1923 y Bernarda Jiménez Peña en 1927. Desde muy jóvenes, mostraron un talento innato para el cante, influenciadas por su familia, donde el flamenco era parte integral de la vida cotidiana. Aprendieron de sus padres y, sobre todo, de su abuelo materno, Fernando Peña Soto `El Pinini´, y abuelos, absorbiendo cada compás, cada quejío, cada gesto.
Su estilo era puro, arraigado en la tradición más profunda del cante jondo. Fernanda destacaba por su voz potente y llena de matices, capaz de transmitir la emoción más intensa con cada palabra. De ahí que dominase los cantes más profundos, como las soleares.
Bernarda, por su parte, aportaba una voz grave y profunda, llena de misterio y fuerza, lo que la dotaba de gran maestría para los cantes festeros, como las bulerías, aunque también se atrevía y destacaba por las soleares, tangos, seguiriyas…
En la década de 1940, Fernanda y Bernarda comenzaron a actuar profesionalmente, ganando reconocimiento en los tablaos flamencos de Madrid. Con un estilo único y un profundo conocimiento del cante, destacaron en un mundo que, por entonces, estaba dominado por hombres.
Bulerías, fandangos, soleares…su repertorio, interpretado con gran maestría y unas voces inconfundibles, llevaban a todo aquel que las escuchaba por un viaje emocional inolvidable.
Y de la capital “cruzaron el charco” hasta Nueva York, cuyos espectáculos siempre colgaban el cartel de “completo”. También pisaron escenarios de Miami, Washington, Chicago y San Francisco; incluso de París, ya en Europa.
Junto a Paco del Gastor, amigo inconfundible de ambas que les acompañaba con el toque de la guitarra, participaron en la película “Flamenco”, de Carlos Saura.
Podemos decir sin ninguna duda, que Fernanda y Bernarda de Utrera (como se las conoce) dejaron un legado imborrable en el mundo del flamenco. Su influencia se extiende hasta el día de hoy, inspirando a nuevas generaciones de cantaores y bailaores.
Este reconocimiento se ve reflejado en los numerosos premios y reconocimientos que ambas han ido cosechando a lo largo de los años, incluyendo la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en España.
En 1988, Utrera, la tierra que las vio nacer, les dedicó una calle. En 1994, la Junta de Andalucía les hace entrega de la “Medalla de Plata” de Andalucía, a ambas; el mismo año que el Ayuntamiento de Utrera las designa como “Hijas Predilectas” del pueblo, algo que también hizo la Diputación de Sevilla en 2000, cuando las declaró “Hijas Predilectas de la Provincia”.
Y fue precisamente la misma localidad que las vio nacer, la que también sería la de su fallecimiento, Fernanda el 24 de agosto de 2006, y Bernarda el 28 de octubre de 2009.
Pero más allá de los premios, su verdadero legado radica en la huella imborrable que dejaron en el corazón de quienes tuvieron el privilegio de escucharlas.
Fernanda y Bernarda se han convertido en leyendas del flamenco en Sevilla, símbolos de la pasión y la autenticidad del arte flamenco. El quejío de sus voces sigue resonando en los rincones más profundos de cada amante del flamenco, recordándonos la fuerza y proyección de este arte universal que emociona a todos por igual.
Sevilla, ciudad y provincia que ha visto nacer a innumerables artistas flamencos. Por eso, si vienes de visita, no puedes perderte un espectáculo de flamenco en directo. El Palacio Andaluz cuenta con el escenario más emblemático de la capital andaluza, con dos pases diarios que puedes combinar con una cena o una copa de cava y trufa de chocolate.
Además, contamos con dos espacios expositivos:
Museo del Flamenco y Arte Andaluz, en el que podrás ver elementos de este arte y seña de identidad andaluza, como una recreación de una caseta de Feria, o aparejos utilizados en el arte ecuestre.
Museo del Traje de Flamenca, una sala que alberga una colección de trajes de flamencas de diseñadores de renombre, haciendo un recorrido por la historia de esta vestimenta tan típica de nuestra tierra y que se corona con una espectacular bata de cola.
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