El flamenco es un arte rico en matices y en perspectivas, ya que puedes disfrutarlo desde el cante, el baile y el toque de guitarra, ya sea por separado, o todos los elementos unidos, dando lugar a un espectáculo flamenco.
De hecho, existe cierto “género” dentro del flamenco que recoge, sobre todo, los cantes que provienen del folklore andaluz y que han sido aflamencados, dando lugar a estilos con cierto toque flamenco. Hablamos de las sevillanas, los villancicos, las nanas, los campanilleros, la vidalita, boleros, etc.
Pero, ¿qué es el folklore y de dónde proviene este término?
La palabra folklore (también conocida como folclore), tiene su origen en la lengua sajona y está compuesta por dos partes: FOLK, qué significa pueblo, gente; y LORE, cuyo significado es enseñanza, saber. De ahí que su acepción popular sea para hacer referencia al folklore como “el saber del pueblo, el saber popular”.
Por tanto, cuando se habla de folklore, se está haciendo referencia a una parte de nuestra cultura, que se transmite entre generaciones y que va sufriendo variaciones según el entorno en el que se desarrolla. Y, como ocurre con otros ámbitos, en el folklore también hay algo de flamenco.
Aunque existen muchos cantes que derivan del folklore andaluz y a los que el flamenco ha dado su “toque”, nos vamos en centras en los más populares: las sevillanas, la nana, la bamba, los villancicos y las trilleras.
Las sevillanas es uno de los cantes de folklore andaluz más representativos de Sevilla. Su origen se remonta a las antiguas seguidillas castellanas del siglo XVIII, en cuya evolución dejaron atrás las panderetas para quedarse con el acompañamiento de guitarra, palmas y castañuelas.
Este cante y baile alegre y vivo, tiene la peculiaridad de que es adaptado por cada ciudad a los acontecimientos que allí ocurren, así como a sus singularidades. De ahí, que varían incluso en ritmo, como es el caso de las sevillanas rocieras.
Ejemplo de “Sevillanas a Federico García Lorca” por los artistas El Talegón y Juan Habichuela:
Los mejores claveles
son de Granada;
los llevó Federico por almohada,
perfumando sus sienes
y por su cara.
Las nanas, conocidas por todos, son unas tradicionales canciones que, aún hoy en día, se canta, a media voz y de manera monótona, para acunar al niño y hacer que se duerma o se relaje. Las nanas “clásicas” son cantadas a palo seco (es decir, sin acompañamiento musical), pero las aflamencadas se valen del toque de la guitarra.
Ejemplo de nana por La Sallago:
Duérmete, niño, mío,
flor de mi carne,
lucero custodiao
y caminante.
La mar fuera humilde
para abrazarte,
detrás de cada ola
te guarda un ángel.
En el lenguaje popular andaluz, el término “bamba” se utilizaba para designar el columpio, ya que deriva de “bambolear” (oscilar de modo acompasado con movimiento de vaivén, diccionario de la RAE).
La aparición de la bamba se refiere al uso de los columpios en las fiestas populares, cuando los chicos columpiaban a las chicas al son de una melodía, que recuerda a las trilleras, de las que hablaremos a continuación.
El que le dio el toque flamenco fue el artista Pepe Pinto, en 1935, y su mujer Pastora Pavón (La Niña de los Peines). Esta bamba aflamencada se acompaña del sonido de la guitarra, normalmente al son de un fandango o bulería.
Ejemplo de bamba por Naranjito de Triana y Paco de Lucía:
La niña que está en la bamba
yo le voy a regalar
un anillito de oro
cuando la lleve al altar.
La niña que está en la bamba.
Allá abajito, abajito,
hay un árbol junto al río
y en su tronco tiene escrito
junto de tu nombre el mío.
Los villancicos son cancioncillas, formada por coplas y un estribillo, que se cantan en Navidad. Actualmente, siguen siendo muy aclamadas en las conocidas fiestas de Navidad en Jerez de la Frontera (Cádiz), las zambombas.
De hechos, los villancicos que se cantan en este lugar tienen ya esa toque aflamencado, tanto en la letra como en la melodía, cuya música está adaptada a algunos palos flamencos, como los tangos (y tanguillos) o las bulerías.
Ejemplo de villancico por tanguillos, de Manolo Vargas y Pericón de Cádiz:
Hacia Belén caminaba
Señora Virgen María
y el bueno de San José
marchaba en su compañía.
Jornadita de Belén,
con gusto te abrigaría
que va cayendo la nieve
y está la noche muy fría.
Muchos flamencólogos piensan que el flamenco más primitivo nació en el ámbito laboral, es decir, acompañando la faena agrícola, como una forma de hacer más llevadera la jornada.
De aquellos cantes primitivos, cuyo acompañamiento sonoro eran los toques que se realizaban con los arreos del campo, algunos se han ido aflamencando, como es el caso de las “trilleras”.
Las trilleras o el “cante de trillo”, es el cante campero más extendido, cuya melodía recuerda en cierto modo a la nana, ya que era cantado de forma lineal y con una letra muy simple. El toque flamenco se lo dio Bernardo el de los Lobitos, que cantaba trilleras intercalando las estrofas con los sonidos de los arreos agrícolas.
Ejemplo de trillera, por Bernardo el de los Lobitos:
A esa mula de puntal
le gusta el grano;
aligera y no comas
que viene el amo.
La mula golondrina
sudando va,
que se cree que la trilla
se va a acabar.
El flamenco es un arte que trasciende el tiempo y que se encuentra presente en nuestra cultura. Si quieres sentirlo y disfrutarlo, ven a El Palacio Andaluz, dos espectáculos flamencos diarios, con opción a cena o a copa. ¡No te lo pierdas!
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