El taranto es un palo flamenco que surgió en Almería, concretamente en su zona minera, y deriva de la taranta. La diferencia entre uno y otro estilo se centra en que el taranto se ciñe a un compás, algo que lo hace bailable, siendo un baile muy similar al de la zambra mora. Por el contrario, la taranta es libre de compás.
Se considera a Pepe el Morato el primero en interpretar un taranto, pero como pioneros de este cante también se puede hacer referencia a cantaores como Ciego de la Playa, Juan Abad Díaz ‘Chilares’ y ‘El Cabogatero’.
Como hemos mencionado anteriormente, el taranto surgió en la zona minera almeriense, entre las poblaciones de Garrucha y Cuevas de Almanzora, de ahí que forme parte del grupo de los cantes de las minas o de Levante, al que se suman el fandango y la taranta, matriz de este estilo.
La evolución de este cante tuvo lugar entre los siglos XIX y XX en Almería. En las noches de los cafés cantantes de entonces, los tarantos comenzaron a formar parte del repertorio de los espectáculos flamencos que se celebraban en lugares como el ‘Frajalito’, el ‘Lyon de Oro’ y el ‘España’.
Pero como suele ocurrir con este arte, el taranto se ha enriquecido y ha bebido de otros estilos. Es el caso de cantes de la región de Murcia, cuyo nexo de unión era la vida minera y el ir y venir de cantaores como El Morato y Chilares, quienes vivieron entre Cartagena y Almería.
Este palo también tiene influencias de otras zonas andaluzas como Jaén, Linares y La Carolina, gracias al vínculo del ferrocarril minero entre Almería y Linares, algo que posibilitó que los taranteros almerienses entraran en contacto con artistas jienense como El Bacalao, El Cabrerillo o Basilio.
Entre Almería y Málaga también hubo bastante intercambio de arte flamenco. La estancia de la cantaora malagueña La Rubia en el casino de Almería, donde estuvo contratada, o el interés de Antonio Chacón por conocer los cantes almerienses, son un ejemplo del enriquecimiento e influencias que hubo entre provincias.
En cuanto al baile, se considera a Carmen Amaya creadora del taranto allá por 1940.
Lo adaptó al baile, con compás 4×4, en una gira que le llevó a Nueva York, aunque en principio lo llamó Zambra por Rondeñas. De este modo, introdujo este estilo en los bailes flamencos convirtiéndolo en uno de los más populares.
Como estilo de cante, el taranto se caracteriza por tener un compás binario, que es lo que le diferencia del resto de cantes mineros. Se canta en fragmentos de cuatro compases, cada uno con mayor o menor libertad por el cantaor, que se mantiene hasta la cadencia, donde se vuelve a retomar el compás a fin de facilitar el baile.
Es uno de los cantes más sencillos y primitivos.Se interpreta sobre una copla de cuatro o cinco versos octosílabos y la temática de las letras suelen ser de amor o ambiente minero. Se trata de un cante sobrio, con remate brusco, que a veces concluye con un ¡aaaayyyyy queeee!, aunque no siempre es así.
Como estilo de baile, el taranto es sobrio y recogido. Cuenta con elementos estructurales del baile estilizado, con alternancia de ritmo entre el marcaje de la letra y las escobillas. Incluye llamadas y desplantes y toma el ritmo de los tangos.
El taranto es un baile que está consolidado dentro del repertorio de los espectáculos flamencos. En el show diario que celebra El Palacio Andaluz, el taranto está incluido dentro de los palos que interpretan nuestros artistas. Su marcado carácter emocional, hace que sea un palo de gran belleza para el espectador.
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